Las crónicas del Mave 002

¡El Mave contra tres Maleantes!

Estaba yo tranquilo en mi casa, hay frio así que mi perro está dentro, se pasea por la sala y el estudio, asoma su cabeza por las ventanas para ver por la calle... y Zas, se alborota, vio a la distancia a tres chihuahuas y ellos a él.

Los animalitos se acercaron en actitud "yolo swag hardcore somos banda", y yo preocupado porque empiecen a mearse por toda mi cochera abro la puerta para hacerles.

-"shu perritos ¡shuuu!"

-Error- Mi perro se asoma por la puerta y empiezan los ladridos (No sé si fueron los tres perros gallos o el mío, pero tengo que agarrar a mi mascota o se salta la reja y ¡El pex en el que me meto!).

Ante el escándalo de los animales, retiro al mío y decido salir de la casa para asustarlos (ya habían empezado a mearse por todo el lugar).

Voy algo irritado, pero al final entendiendo que son animales y simplemente les impongo presencia, mientras les muevo la mano en ademán de sáquense de aquí y les digo con calma.

-"A ver perritos fuera"

-Error- la camada empieza a rodearme y ladrar sin parar, armándome de paciencia, empiezo a “pastorear” a los animalitos mientras siguen ladrando, una vez que los tengo fuera de mi límite de propiedad los pequeños pandilleros en su ininterrumpido escándalo se juntan como un coro de ángeles del infierno para mentarme la madre en su idioma, -respiro profundo.-

Entonces a mi mente viene la simple idea de mantenerme ahí mientras estos ladran, “seguramente su dueño escuchará el escándalo, vendrá y hablaré con él para que en el futuro cuide a sus animales, no me orinen la casa y tenga en mente que mi perro es más grande y si ocurre un accidente no me responsabilizo de los daños a sus mascotas” me dije a mí mismo.

Sé que los tres eran del mismo propietario pues en primera, están muy unidos (misma razón por la cual creen que un tipo enorme que los “corre” bonito no les hará nada), además todos llevaban trajecitos navideños [uno de verde, uno de rojo y uno de rosa (este último o es niña o gay)], así que imaginen la escena, un tipo enorme rodeado de perritos chihuahua que no paran de joder.

Peino el área con la vista esperando que el propietario de los tres mal educados llegue, pero “ni sus luces”, nuevamente me digo a mi mismo.

-“Como sea, seguro ahora viene su dueño, no pasa nada”

-Error- el dueño no aparece después de minutos incipientes de lo que para mí se traduce a una bomba que está por detonar.

¿Qué hacer?, si entro a mi casa estos punks seguirán orinándose en ella, no los puedo correr más allá de mi propiedad (al fin y al cabo no soy dueño de la calle, sólo de mi territorio), por supuesto que mientras estas interrogantes “pululan” en mi cabeza, los tres malhechores continúan en su intento por amedrentarme, sin embargo lo que comenzó como una molestia rabieta de bebés, ahora se convertía en unos “panchuelos” agresivos.

Sin darme cuenta uno de los perritos se vuelve a meter en mi cochera, es cuando aferrándome a mi último fragmento de paciencia me doy la vuelta y le digo con voz serena pero dominante.

-“no no no, salte de aquí”

-Error- los otros dos que se quedaron a mi espalda se volvieron a meter, me rodearon y ¡Que me tengan envidia la gente con Home theatre! Un concierto de feroces criaturitas del señor por todas partes.

¡Ya no puedo más! Adiós serenidad, adiós paciencia, hasta nunca tolerancia a los chihuahuas, me vale madres si llega su dueño en este punto, decido soltar mis propios ladridos, uso la misma palabra que hace que mi perro se comporte para ver si funciona con estos, El alarido viene, el enfado se suelta y juro que me habría salido mejor decir “fus ro dah”, en su lugar simplemente les grito.

-“HEY”

-Error- si creía que hasta ahí llegaba el volumen de los ladridos de un chihuahua ¡Ahora lo hacían en estéreo!, gruñidos y ladridos al unisonó.

Es cuando me doy cuenta que el cabecilla del grupo tiene totalmente la cara de “Come at me bro” de haber sido un perro grande me habría armado para luchar contra él, sin embargo en un perrito, me recompongo y decido dirigirle la palabra, hago mi ademán con la mano y Zas, el ángel de la muerte se hace presente, ¡INTENTÓ MORDERME! Al fallar su cara de furia era aún más notoria.

Estoy rodeado, sé que uno de ellos viene a secundarlo al otro lo tengo en la espalda, sin embargo…

-¿Querer morderme?

-ERROR- En un par de movimientos tomo mi “Chancla” y abanico de arriba hacia abajo en contra de mi atacante (el perro de verde). No sé qué ruido provocó el impacto de mi larga proyección, sólo puedo decir que entre ceja, oreja y madre la suela de mi calzado dio perfectamente centrado en la cabeza de manzana de la criatura –que agradezca a dios que me había quitado los zapatos momentos atrás-, centésimas de segundo pasan… ya no hay ruido, ya no estoy rodeado, me encuentro sólo, y a la distancia, tres perros huyen de la escena.

De más está decir que me siento mal por agredir al animal, pero en ningún momento yo provoqué a los chihuahuas, en ningún instante fui grosero –Hasta que me colmaron la paciencia- y sobre todo “acción reacción”, aún siendo pequeño, una mordida pudo costarle más que un “Chancletazo”, la sacó barata.

Lo que les dejo escrito me recuerda una historia llamada “El perro chico y el perro grande”^* misma que jamás volveré a ver de la misma forma, para mi ahora se llama “Los tres chihuahua contra Maverick”.

Retomo mi camino y en el estupor de mi coraje hago que mi perro marque su territorio, luego lo marco yo.^**

Me encamino a la puerta de mi casa, mi hermano menor está ahí, vio todo lo que pasó, me mira (su rostro es una carta que dice, “me voy a ir al infierno”), está sonriendo y exclama.

-“Le rebotó la cabeza”

Sonrío, ya se terminó.

^*El perro chico y el perro grande” (historia en pocas palabras)

Era un perro chico que jodía mucho a uno grande, pues el mayor le tenía paciencia, hasta que se la colmó y recibió una dura mordida.

Es un cuento que trata de hablar sobre la paciencia que uno puede tener y que los que les gusta molestar demasiado deben aprender que hay límites.

^**Esto no pasó, pero lo pensé.